lunes, 10 de julio de 2017

Soledad y Silencio

Fachada de la Casa de Víctor
¡Qué dos palabras! ¡Qué fáciles de pronunciar y retener en la memoria! Pero, a la vez, ¡qué difíciles de vivir y llevar a la realidad! Cuando son básicas para conseguir la verdadera felicidad y la más completa alegría.

Porque no hay alegría completa sin Dios, ni felicidad sin Dios. Pero ¿dónde está Dios y cómo encontrarnos a Dios y vivir en Él.

San Juan de la Cruz, de quién Víctor era muy devoto (leyó muchas veces sus escritos, sobre todo la Llama de Amor Viva y el Cántico Espiritual) en la estrofa 35 del Cántico Espiritual, canta: «En soledad vivía / y en soledad ha puesto ya su nido / y en soledad la guía / a solas su querido / también en soledad de amor herido».

No es lo mismo soledad y silencio. El silencio necesita soledad, porque necesita que Dios pueda ser escuchado, libre del ruido de las cosas materiales y de las criaturas demasiado ocupadas en asuntos puramente temporales.

Víctor gustaba de la noche ante el sagrario. De la media noche en la parroquia de San Clemente Romano en Madrid, dónde estaba de párroco D. Paco Teresa León, nacido en Paredes de Nava, Palencia.

Buscaba la soledad y el silencio de la noche en la iglesia de Velillas del Duque, dónde vivió doce años, en la casa que su mujer, Asunción, heredó de sus padres. La casa estaba y está pared con pared con la iglesia parroquial. ¡Cuánto gozaba Víctor visitando por la noche el sagrario, acompañando a Jesús y escuchando la voz del Espíritu Santo y la Santísima Trinidad! Siempre protegido por la Virgen a la que tenía una devoción singular.

No hay verdadera felicidad y auténtica alegría sin Dios. Ese Dios Padre nos espera en la soledad, rodeados del más profundo silencio.
Iglesia de Velillas del Duque

Caminaba, cada mañana, por la carretera estrecha que aún conduce a Villamienzo, Portillejo y Quintanilla de Onsoña. Cuando no había Misa en Velillas del Duque se iba a los pueblos más próximos. Siempre andando y con el rosario en la mano.

No podía pasar un día sin haber comulgado. Su fuerza, para superar la enfermedad y para convertirse en apóstol de Cristo, estaba en la Eucaristía. Con razón afirmaba: «Lo mismo que los pobres van de puerta en puerta y de pueblo en pueblo pidiendo un trozo de pan para comer, así el cristiano -decía- debe ir al sagrario donde se celebre la Eucaristía y así comer el Pan de Vida».

Buscaba la soledad de Las Batuecas, Salamanca, el famoso desierto de los PP. Carmelitas Descalzos. Pero de ello hablaremos en el próximo artículo.

Germán García Ferreras

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