martes, 11 de julio de 2017

Pobreza cronificada

  •  Siete de cada diez hogares en España no perciben los efectos de la recuperación económica.
  •  La mitad de los hogares se encuentra peor que al inicio de la recesión, ya que su red de apoyos se ha debilitado.
  •  Un 59,5% de las familias han perdido capacidad para ahorrar; un 42,3% ha empeorado la estabilidad de sus ingresos económicos; y 38,2% ve peligrar la seguridad de mantener el empleo.
  •  La mejora de la economía pasa aún más inadvertida entre los hogares en situación de pobreza, ya que nueve de cada diez de estas familias no han notado ninguna mejora en su situación financiera.
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Estas son algunas de las conclusiones del informe Análisis y Perspectivas 2017 presentado el pasado 22 de junio por la Fundación Foessa, que en esta edición está dedicado al tema «Desprotección social y Estrategias familiares».

El estudio, realizado a partir de datos oficiales y una encuesta a 1.300 hogares españoles en 17 comunidades autónomas, comprueba que «el crecimiento económico sigue conviviendo con altos índices de pobreza y desigualdad porque no es lo mismo que el desarrollo social. Es falso decir que la mejor política social es la del crecimiento económico», afirmó el secretario general de Cáritas Española, Sebastián Mora, añadiendo que los buenos datos macroeconómicos «son necesarios pero no son suficientes».

El estudio recoge que la mitad de las familias cree que en cinco años seguirán estando como están, y lo que es más preocupante... la «red de seguridad» que tenían antes de la crisis es peor que la que tenían en 2008. El «colchón» de la familia y amigos es aún más débil entre los hogares en riesgo de exclusión. Si para dos tercios de la población, el apoyo del entorno familiar es la gran red de protección, en el caso de los hogares pobres, solo la mitad cuentan con familia y amigos que respondan ante la necesidad de ayuda. «El capital social va decreciendo a medida que en el hogar se debilitan las principales fuentes de ingreso económico», apunta el informe.

La crisis además ha empeorado la situación del 78% de los hogares en exclusión social. «La crisis -señala el informe- supuso un auténtico tsunami social y los años poscrisis no han servido para reparar sus efectos, más allá de una paralización del deterioro en parte de los hogares y un retroceso en los que estuvieron más afectados». La prueba de que la recesión ha empobrecido a la pobreza es que dos de cada tres personas en situación de exclusión social ya lo estaban antes de 2008.

Ante situaciones de gravedad, las familias confían más en la respuesta de las organizaciones sociales que de los Servicios Sociales Públicos.

A lo largo de esta larga recesión, los hogares han utilizado numerosas estrategias para afrontar las dificultades. El 70,7% ha optado por gastar menos energía reduciendo horas de calefacción, el 40,3% ha aceptado algún trabajo mal pagado, mientras que el 15,6% se ha cambiado a una vivienda más barata (15,6%). Además un 8,2% de los hogares (1,5 millones) han tenido que recibir algún hijo que vivivía de forma independiente.

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