lunes, 17 de julio de 2017

Los Mártires: Testigos de la Misericordia

Sin duda alguna los mártires, que murieron asesinados a manos de sus verdugos perdonando, son los mayores testigos de la misericordia; imitaron al Señor Jesús, su Maestro, el Gran Mártir, el primer Testigo del amor del Padre a los hombres, que murió diciendo: «Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen» (Lc 23, 14). El primero de ellos fue San Esteban que murió orando así mientras era lapidado: «Señor, no les tenga en cuenta este pecado» (Hech 7, 60).

La palabra “mártir” significa “testigo”. El máximo testimonio de la misericordia que tiene su manantial en Dios Padre, su fuente en Jesucristo, y su agua que fecunda y da vida en el Espíritu Santo, es el martirio, morir, siendo inocentes, perdonando.

En nuestra Iglesia de Palencia tenemos muchos mártires nacidos aquí, aunque hayan sido martirizados en otras tierras. Unos han sido reconocidos como tales, proclamados santos o beatos, pero otros muchos todavía no porque está su causa en proceso o porque ya nadie se acuerda de ellos. Entre los canonizados está San Francisco Fernández de Capillas, sacerdote dominico, natural de Baquerín de Campos que fue apresado, encarcelado, torturado, sentenciado a muerte y decapitado en Fogán, China, en 1648. El Beato Francisco de Jesús, agustino recoleto, nacido en Villamediana en 1590, asesinado en Japón). 

La Iglesia de Palencia es rica en Beatos martirizados en el siglo XX. Si no he contado mal, los actualmente reconocidos como beatos son 93.

Hay un obispo, Anselmo Polanco, Obispo de Teruel y Albarracín, natural de Buenavista de Valdavia y asesinado en Pont de Molins, Gerona; un sacerdote diocesano nacido en la parroquia de San Miguel, de Palencia, asesinado en Almería; y religiosos, unos sacerdotes y otros no. Unos eran mayores, otros jóvenes, casi adolescentes.

Entre los religiosos hay 29 agustinos naturales de Aguilar de Campoo, Villaherreros, Buenavista de Valdavia, Osorno, Itero Seco, Carrión de los Condes, Celadilla del Río, Santa María de Redondo, Muñeca, Roscales, Palencia, Villasarracino, Buenavista de Valdavia, Baños de la Peña, Frómista, La Puebla de Valdavia, Villanueva de la Peña, Carrión de los Condes, Calzada de los Molinos, Congosto de Valdavia, Villanueva de Abajo, Mantinos, Abia de las Torres y Villasur de Cieza; 2 carmelitas descalzos, nacidos en Las Heras y San Pedro de Cansoles; 1 capuchino de Terradillos de los Templarios; 3 cistercienses, nacidos en Espinosa de Villagonzalo, Támara de Campos y Espinosa de Cerrato; 9 dominicos nacidos en Villada, Carrión de los Condes, Alar del Rey, Gozón de Ucieza, Fuentes de Nava, Castromocho, Santibañez de Resoba, Becerril de Campos y Barriosuso de Valdavia; 4 maristas naturales de Aguilar de Campo, Cisneros de Campos, Calahorra de Boedo y Dueñas; 1 franciscano conventual nacido en La Serna; 17 hermanos de las Escuelas Cristianas o de La Salle, nacidos en Porquera de los Infantes, Abastas, Capillas de Campos, Villanueva del Rebollar, Arconada, Villarrodrigo de la Vega, Nava de Santullán, Bustillo de la Vega, Villavieco, la Serna, Fuente de Valdepero, Añoza, San Cebrián de Mudá y Villajimena; 5 hermanos de San Juan de Dios nacidos en Mazuecos de Valdeginate, Palencia; 2 misioneros del Sagrado Corazón, nacidos en Osorno y Villaescusa de Ecla; 2 oblatos misioneros de María Inmaculada, naturales de Fresno del Río y Frómista; 15 pasionistas nacidos en Herreruela de Castillería, San Martín de Perapertú, San Martín de los Herreros, Resoba, Cubillo de Ojeda, Villafría de la Peña, La Lastra, Becerril del Carpio, Berzosa, Quintanilla de la Berzosa, Alba de los Cardaños y Salinas de Pisuerga, martirizados en Daimiel, Ciudad Real; y 1 marianista de Espinosa de Cerrato.

Hay que añadir al Hno. Bernardo, marista, que dio testimonio de fe en Barruelo de Santullán, en cuya Iglesia Parroquial de Santo Tomás reposan sus restos y donde es venerado e invocado.

¿Qué hicieron estos hombres para ser asesinados? Estoy seguro que no hicieron nada malo; practicaron el bien en sus diversas expresiones de las obras de misericordia enseñando en las escuelas, socorriendo a los más necesitados, predicando la Palabra de Dios, curando a los enfermos, atendiendo a los discapacitados según los diversos carismas y siguiendo al Señor, hasta dar testimonio supremo, el de entregar la vida por sus perseguidores, morir por la fe en Cristo y perdonando. No batallaron por ideas políticas determinadas, sino estaban al servicio de Jesucristo, rey del Universo, cuyo reino es justicia, verdad, paz, vida, verdad, libertad, santidad, gracia y amor; trabajaron por la reconciliación entre los hombres.

Debemos estar orgullosos y gloriarnos de estos hermanos nuestros, de su testimonio y fe. No podemos ser desmemoriados ni perder su memoria, sino dar gracias a Dios por ellos y con ellos e imitar su ejemplo. Tenemos que ser hombres y mujeres de perdón; en estos nuestros tiempos, muchas veces crispados, debemos dar testimonio de Cristo y ser, como él y ellos, clementes, compasivos y misericordiosos, lentos a la ira y ricos en amor como nuestro Dios.

+Manuel Herrero Fernández, O.S.A
Obispo de Palencia

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