jueves, 1 de junio de 2017

Comunicar esperanza y confianza en nuestros tiempos

El pasado 26 de mayo, coincidiendo con la Solemnidad de la Ascención, se celebró la “Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales”. Esta Jornada es una llamada de la Iglesia Católica a reflexionar sobre los Medios de Comunicación Social en su diversidad de formas, desde las clásicas -prensa, radio, televisión- a las nuevas o novísimas. Reflexionar sobre quiénes los elaboran, quiénes los patrocinan, qué buscan, qué directrices siguen, qué tipo de sociedad patrocinan, si informan o desinforman, o están mediatizados, si buscan fomentar la democracia sana, la convivencia justa y fraterna, o sirven a otros intereses, etc.; reflexionar sobre qué uso hacemos de los mismos, si ante ellos los tomamos como pan bendito, si estamos abiertos a las distintas posturas y si somos buscamos la verdad, la verdad que nos hace libres, si nos quitamos, no únicamente el sombrero, sino también la cabeza, etc.

Hace poco Gregorio Delgado del Río, opinando sobre los medios de comunicación en Religión Digital presentando su libro “La utopía de una sociedad diferente”, decía: «Las cosas han cambiado mucho. Dudo que ahora podamos hacer nuestro el criterio de Thomas Jefferson para quien “no debe existir un gobierno sin periódicos” o “prefiero sin lugar a dudas, periódicos, y no gobierno”. No se puede generalizar ni aplicar el mismo rasero a todo el mundo. Pero participo de la idea de que los miembros no piensan y, es más, no quieren que pensemos. Lo que verdaderamente les interesa es crear un sólido soporte del medio para conseguir que se mantenga. Propósito, por cierto, cada día más débil y frágil. Lo que les interesa, por tanto, es la audiencia, el consumidor. No atesoro duda alguna: los medios obedecen a quien les financia. En definitiva, pienso -aunque pueda molestar- que la verdad no anida necesariamente en los medios. Los medios suelen colocarse en la solana que más calienta, que -oh, casualidad- es la del poder político... desde hace años -ha recordado Onfray-, el gran formador de las conciencias ya no es la escuela, que también se ha vendido al mercado y a los ideólogos, sino la pantalla, la televisión, la red, el tuit... Los grandes medios de masas transforman nuestras sociedades en muchedumbre y estas no piensan, ni reflexionan, ni analizan, ni critican. Se limitan normalmente a abrazar y seguir cualquier slogan... El pensamiento de las redes sociales se ha hecho dogmático».

Los papas acostumbran a ofrecer un mensaje para esta Jornada. Es muy interesante y aleccionador repasar todos los mensajes. Este año el Papa Francisco ha titulado su mensaje «“No temas, que Yo estoy contigo” (Is, 43,5). Comunicar esperanza y confianza en nuestros tiempos». El papa Francisco desea llegar y animar a todos los que, tanto en el ámbito profesional como en el de alas relaciones personales, “muelen” cada día mucha información para ofrecer un pan tierno y bueno a todos los que se alimentan de los frutos de la comunicación. «Quisiera exhortar a todos a una comunicación constructiva que, rechazando los prejuicios contra los demás, fomente una cultura del encuentro que ayude a mirar la realidad con auténtica confianza. Creo que es necesario romper el círculo vicioso de la angustia y frenar la espiral del miedo, fruto de esa costumbre de centrarse en las “malas noticias” (guerras, terrorismo, escándalos y cualquier tipo de frustración en el acontecer humano)». No desea el papa que se fomente la desinformación, el ver el mundo de color de rosa, ocultando la presencia del mal; lo que quiere es que superemos el sentimiento de disgusto, de resignación que nos lleva a la apatía, al miedo, al convencimiento de que no se puede hacer nada por cambiar el mundo, porque todo esto lleva a adormecer la propia conciencia y caer en la desesperanza.

Jesús es Buena Noticia; la palabra Evangelio significa Buena Noticia; es verdad que no oculta sufrimientos, la cruz, la pobreza, la violencia, el rencor, pero desde se mira y se vive el amor al Padre y a los hombres; Jesús es la buena noticia que nos hace sentir que no estamos solos, sino que él está con nosotros para ayudarnos, consolarnos, compartir nuestra lucha por hacer una humanidad nueva y esta sólo se podrá dar si hay hombres y mujeres nuevos con la novedad del Evangelio. Aquí, en él, nace la esperanza. Aquí se llama al compromiso en la creación y en la utilización de los medios para que el grano de trigo crezca, a pesar de la cizaña. Dios ha sembrado la semilla del Reino en el corazón de todos, el deseo de paz, justicia, verdad, libertad, la vida, el amor, la alegría, la esperanza, la felicidad, aunque muchos no se hayan enterado que todo esto lo ha plantado Dios; esta semilla debe crecer, florecer y dar frutos que duren. No nos dejemos arrebatar la esperanza. Cultivémosla desde y en los Medios de Comunicación Social.

+Manuel Herrero Fernández, OSA
Obispo de Palencia

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