domingo, 27 de diciembre de 2015

El Evangelio hecho “gesto”

Domingo de Guzmán se dedica por entero a la oración y al estudio, no se presta la vida estudiantil tan disipada en aquella época. Domingo de quien se dice que “solo hablaba con Dios o de Dios”, no es ajeno a cuanto le rodea. Al contrario, en su soledad sólo piensa en los demás. Al declinar el siglo XII, no faltaban en Castilla la miseria, fruto de las guerras, y de la falta de alimentación adecuada, siempre dependiente del resultado de las cosechas. Los reyes y nobles, más preocupados en las luchas internas y en la defensa de la fe, no pueden dedicarse a socorrer a los súbditos hambrientos. Había excepciones, como el santo obispo de Cuenca Julián, de quien, seguramente Domingo había oído hablar, pues fue profesor en Palencia y estableció una “limosna” en su palacio a fin de socorrer, “milagrosamente” según las crónicas, la hambruna de la ciudad.

En la ciudad de Palencia, Domingo veía a las gentes morir de hambre y enfermedad. Casi nadie, entre los notables, ni siquiera las autoridades acudían en su ayuda. Es cierto que el Cabildo tenía un hospicio con unas fincas con cuya renta se atendía, en lo que podían, a la manutención de los pobres.

El joven teólogo Domingo, que había profundizado en la Sagrada Escritura, de “cuya fuente bebía incansablemente”, tomó una decisión que marcaría para siempre su personalidad y su obra. Así lo relatan sus primeros biógrafos. «Conmovido por la necesidad de los pobres y abrasado de afecto compasivo, resolvióse a seguir los consejos divinos, aliviando en la medida de sus fuerzas la miseria de los que estaban en peligro de perecer. Vendió sus libros, aún lo más necesarios, con todo su ajuar estudiantil. Con lo que reunió estableció una ‘limosna’, repartiendo así sus bienes entre los pobres. Este ejemplo de magnanimidad y liberalidad movió de tal manera los corazones de otros teólogos y de los maestros, que éstos, sacudiendo su descuido y ruindad distribuyeron desde entonces copiosas limosnas». Sin duda el Evangelio de San Mateo, inspiró esta acción «si quieres ser perfecto vete, vende cuanto tienes y dalo a los pobres». Un testigo de la canonización Fray Esteban de España nos ha transmitido las palabras que Domingo pronunció al vender hasta sus manuscritos de pergamino anotados de su propia mano: «¡No quiero estudiar sobre pieles muertas mientras los hombres mueren de hambre!».

Fray Luis Miguel García Palacios, O.P.
Subprior del Convento de San Pablo

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