viernes, 20 de febrero de 2015

La Eucaristía dominical, lugar de encuentro

El Centro de Acogida “Nuestra Señora del Otero” para personas sin hogar de Cáritas es un lugar de paso para muchas de las personas que recaen allí. La mayor parte de ellas, permanecen en el conocido albergue dos o tres días y continúan su vida, en muchos casos, de albergue en albergue. Pero hay un pequeño porcentaje de estas personas que el verse en la calle y ser acogidos y atendidos en el centro, es para ellos un punto de inflexión, en el que pararse y reconstruir poco a poco los derroteros por donde quieren encauzar su vida y el centro de acogida se convierte en su hogar. Aquí les ayudan a formalizar los trámites necesarios para tener sus papeles en regla, seguir los tratamientos médicos (si los necesitan), solicitar las prestaciones correspondientes y formarse a través de cursos o talleres.

Todo este proceso no es fácil pero algunas personas que han hecho de la calle su vivienda habitual, lo han conseguido, y hora viven en pisos e inician un nuevo camino hacia la inclusión en la vida ordinaria de la sociedad. Para estas personas es necesario conseguir un trabajo, sentirse queridos y sobre todo, necesitan ser escuchados y tener a alguien con quien conversar. Y el centro de acogida también ayuda en esta cuestión.

Aunque resulte extraño, la Eucaristía dominical en el Centro de Acogida es uno de esos momentos de encuentro. Celebrar la Eucaristía, supone acercarse a la Palabra de Dios, comprenderla y comentarla, estar cerca del Padre, sentirse querido, perdonado, acogido... El momento de la Eucaristía es sanador, serena el alma y para muchos de estas personas, es el momento más esperado de la semana, es un lugar de encuentro. La capilla del centro está abierta a todo aquel que quiera acercarse, cada domingo es un desafío porque los fieles no son fijos, a veces se juntan una decena, otras veces menos, habitualmente participan también voluntarios del centro, pero lo importante, no son la cantidad de sillas ocupadas, lo esencial es que Dios ocupa los corazones de estas personas necesitadas de misericordia. 

Natalia Aguado León

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