lunes, 3 de noviembre de 2014

Las corrupciones

La sociedad tiene, hoy, un problema. ¿Solo uno?

Uno que la está royendo por dentro. Como los gusanos en las manzanas. Se llama “todo-vale”. Todo vale, con tal de que no te pillen.

¿Y quién puede pillarte? El fisco, la policía, el juez que investiga...

¿Y la conciencia no avisa? La conciencia -según parece- avisaba antes, cuando se sabían y practicaban los Diez Mandamientos. Pero “Los diez mandamientos” ahora sólo es una película muy larga con Charlton Heston y muchos “efectos especiales”...

¿Por qué nos tenemos que levantar todos los días con un caso más de corrupción? ¿Por qué empezamos  a ver los casos de corrupción como noticia que no es noticia?

Alcaldes, banqueros, políticos... ¿Qué nos está ocurriendo, hoy, en España? Alguien, como queriendo desactivar un  poco la bomba y aligerar la tensión, nos dice, poniendo cara de historiador sabiondo, que esto de la corrupción ha ocurrido siempre; que el Duque de Lerma ya fue un “trincador” y, además, un cara dura que se “disfrazó de cardenal”, para camuflar su trapisondada. Al ciudadano medio esto no le consuela, sobre todo cuando se ve cada día más pobre, más limitado de recursos y con el futuro incierto de sus hijos.

¿Qué nos está pasando?

Miren, los análisis de lo que nos pasa ya nos los han enviado los médicos a domicilio desde hace tiempo. Lo importante es empezar el tratamiento. Es un problema de ausencia de escrúpulos morales; un problema en el que tiene mucho que ver la ambición del tener como ídolo al que se sacrifica todo. Cuando Dios desaparece del horizonte del hombre, el cielo se puebla de ídolos. La corrupción del “todo-vale” es un virus muy activo y destructor. Como el ébola del que todo el mundo huye. El “todo-vale” termina instalándose en las conciencias, pero se ha incubado antes a través de lo que se respira en las familias, en el patio de la escuela y en el fin de semana. La mala educación.

¿Qué ven los niños en las maquinitas manuales que les traen los Reyes? ¿Por qué vericuetos navegan, en sus particulares ordenadores, los chicos de hoy? ¿Dónde tienen puesta la mente y el corazón? ¿Quiénes son sus héroes?

Los educadores, maestros y demás responsables de la formación hace tiempo que tienen que tomarse pastillas contra las depresiones. No es fácil motivar, acompañar y educar hoy, cuando tantas fuerzas contrarias y tantos mensajes opuestos se entrecruzan en las mentes de muchachos en formación. Pero los modelos de conducta para muchos jóvenes, ¿quiénes son? Los ases del deporte son modelos porque triunfan, meten goles y ganan muchísimo dinero. No por lo que hacen en su vida privada.

Tenemos un gran desafío los cristianos del siglo XXI. Redescubrir, cada día, el mensaje de las bienaventuranzas como camino de felicidad. Es verdad que el cristianismo no es una ética principalmente, mucho menos es una ideología; es un encuentro con Jesucristo, pero de este encuentro deriva la coherencia de toda una vida. “Bienaventurados los limpios de corazón” -oímos decir a Cristo.

Dichosos los honrados, los que viven de su trabajo, y no se convierten en vampiros para chupar y engordar a costa de la sangre de otros. Felices los sencillos: los que han simplificado su vida, los que han optado por ser libres de las ataduras de las riquezas. Y, por el contrario, “desgraciados” los que han hecho del dinero y del acaparar una meta en su vida. ¡Ay de los corruptos! ¡Ay de los que tronchan las rosas limpias en las madrugadas! ¡Ay, de los profanadores que arrancan los ideales de los jóvenes aun antes de que puedan dibujarse en su corazón!

Eduardo de la Hera

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