jueves, 18 de septiembre de 2014

Cristianos perseguidos en Irak

En la audiencia que el pasado 3 de septiembre tuvo en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco tuvo, una vez más en estas últimas semanas, palabras de solidaridad y cercanía a los cristianos de Irak, duramente perseguidos por los extremistas musulmanes del denominado Estado Islámico. Entre otras cosas, afirmó: «La Iglesia está orgullosa de tener hijos como vosotros... Es el orgullo de tener en la comunidad creyentes con este vigor, el temple de quien no esconde la propia fe en Cristo ante los que llaman a la puerta de la casa con una metralleta o continúan a ir a misa sabiendo que a la salida puede explotar una bomba... Quisiera asegurar especialmente a estos hijos de la Iglesia indefensos y perseguidos mi cercanía. Vosotros estáis en el corazón de la Iglesia; la Iglesia sufre con vosotros y está orgullosa de vosotros, orgullosa de tener hijos como vosotros; sois su fuerza y el testimonio concreto y auténtico de su mensaje de salvación, de perdón y de amor. ¡Os abrazo a todos, a todos! El Señor os bendiga y os proteja siempre».

Estas palabras, cargadas de emoción, responden a una situación dramática que está ocurriendo en Irak y de la que hasta hace poco Occidente parecía no haberse dado cuenta, a pesar del auténtico peligro que supone no sólo para los cristianos, no sólo para los habitantes de aquel país, sino también para todo el mundo libre. Han sido dos crímenes atroces, grabados en video y difundidos por las agencias de información de todo el planeta, los que nos han despertado a la realidad de la amenaza del fundamentalismo islámico sirio-iraqueno. En efecto, dos periodistas occidentales, uno inglés y otro americano, han sido degollados de forma despiadada ante la mirada atónita de los televidentes del mundo entero.


El Papa quedó profundamente conmovido por una carta que le dirigió un sacerdote de aquel país, Don Behnam Benoka, que trabaja en un campo de refugiados en Anwaka, en el norte del país, en la que le describía la situación en la que tienen que vivir centenares de miles de cristianos: «Santidad, -le decía en la carta el sacerdote- la situación de tus ovejas es miserable, mueren, tienen hambre, tienen miedo y ya no pueden más. Nosotros, sacerdotes, religiosos y religiosas, somos pocos y tememos no poder responder a las exigencias físicas y psíquicas de tus hijos».

Nada más llegado del viaje pastoral a Corea, el Papa llamó por teléfono al sacerdote, manifestándole su apoyo y su cercanía a los cristianos perseguidos en ese país, prometiéndoles que continuará a hacer todo lo que pueda para aliviar sus sufrimientos e impartiéndoles su bendición apostólica, pidiendo al Señor para ellos el don de la perseverancia en la fe. Al mismo tiempo que decía esto, envió a Irak al cardenal Fernando Filoni, llevando a todos los refugiados iraquenos, cristianos o no, un millón de dólares como ayuda de parte de la Santa Sede.

Por su parte, los patriarcas católicos y ortodoxos de Oriente Medio se han reunido estos días en Bkerké, en el Líbano, y han dirigido al mundo entero un llamamiento para intervenir con urgencia contra la amenaza de los yihadistas del autollamado Estado Islámico. El cardenal libanés Béchara Boutros Raï, Patriarca de los católicos maronitas de Antioquía, resumía así la situación: «lo que está sucediendo por causa del Estado Islámico y de otros grupos fundamentalistas, nos retrotrae a la prehistoria, nos lleva a los tiempos en los que no había ley. Pongo un ejemplo: llegan un buen día los del Estado Islámico y emiten un decreto contra los cristianos: “o bien os convertís al Islam, o pagáis un impuesto, porque no sois musulmanes, o abandonáis enseguida vuestras casas. Tenéis dos días, si no… la espada. Vuestras casas y vuestras propiedades serán nuestras...”.

Queremos decir al mundo -continuó diciendo el cardenal Béchara Boutros Raï- que nosotros somos la Iglesia de Cristo presente en Oriente Medio. ¡No somos una minoría! Somos ciudadanos de estos países de Oriente Medio desde hace dos mil años, seiscientos años antes que los musulmanes. Hemos vivido juntos con los musulmanes y les hemos transmitido los valores del Evangelio, los valores de la dignidad humana, la sacralidad de la vida humana y también hemos recibido mucho de las tradiciones y de los valores del Islam: juntos hemos construido una cultura, una civilización. Debo decir al mundo que Siria, Egipto, Jordania, Palestina, Irak son culturas cristianas, con un fundamento enteramente cristiano. ¡No se puede venir aquí ahora a demoler todo lo que en dos mil años y en mil cuatrocientos años hemos construido!».

Ante la dramática expansión de la ideología extremista islámica, el jesuita egipcio Samir Khalil, profesor de Historia de la cultura árabe e islamología en la Universidad de San José de Beirut, aclara en una entrevista a la Radio Vaticana: «Actualmente hemos llegado a la bestialidad más feroz de la historia del Islam. Nunca habíamos llegado hasta este punto de barbarie. Surge ahora la pregunta: ¿Es esto el Islam? ¿O es una desviación? Ciertamente, su origen está en la tradición islámica. Pero, por otra parte, no se puede decir que esto sea el Islam. Es decir, es una desviación del Islam: piensan reinstaurar el califato, la época famosa del siglo noveno y décimo hasta el siglo trece, y es un error. Muchos musulmanes lo dicen y lo repiten; los grandes pensadores son contrarios. El drama es que los musulmanes no se atreven a hacer autocrítica: es decir, el pueblo sigue en silencio».

No hay comentarios:

Publicar un comentario