lunes, 7 de abril de 2014

Felipe Franco, coordinador de la Residencia Don Bosco: “Cada chico tiene una historia sagrada y como tal, hay que abordarla”

En revistas anteriores, hablábamos de la dificultad que existe en educar a los jóvenes en el día de hoy, el excesivo consumismo, la protección y la falta de capacidad de esfuerzo complican mucho la tarea, si a esto añadimos, familias rotas, desestructuradas, algunas con problemas adictivos o enfermedad mental y otras en riesgo de exclusión social, conseguimos un cóctel molotov donde los mayores perjudicados son los niños y jóvenes.

El 1 de octubre de 2009 nace la Residencia Casa Don Bosco en Villamuriel de Cerrato. La Fundación Juan Soñador, vinculada a los religiosos salesianos, toma el relevo del trabajo realizado por las Salesianashasta ese momento.

El principal objetivo de la Fundación Juan Soñador es “ofrecer a los menores, entre 8 y 18 años, en situación de riesgo o desamparo, una alternativa al medio familiar, asumiendo la responsabilidad sobre su desarrollo integral, garantizándoles la adecuada satisfacción de sus necesidades biológicas, afectivas y sociales, en un ambiente de familia, seguridad y protección y potenciando su capacidad de autonomía personal”.

Iglesia en Palencia ha hablado con el coordinador de este centro, Felipe Franco, quien asegura que “cada chico tiene su historia sagrada y como tal, hay que abordarla. Nuestro objetivo es que cada chico, aun sabiendo que esta no es su familia, disfrute de un ambiente familiar en la casa; un lugar donde acompañamos a los chicos, estando cerca de ellos, pero sin estar encima, haciendo que se sientan queridos, respetados y valorados. Esa es la esencia de nuestro trabajo aquí. Y todo ello es posible gracias al trabajo en equipo. Somos un equipo de 16 personas y todos tenemos claro que esto funciona gracias a la labor de cada uno de sus miembros”.

¿Cuál es el perfil de los jóvenes que llegan a la residencia?

Es difícil concretar un único perfil. A la residencia nos llegan los niños y jóvenes derivados de la Sección de Protección a la Infancia de Palencia. Muchos de ellos, vienen de familias rotas, desestructuradas, con problemas de maltrato, adicciones, enfermedades mentales... a pesar de lo que pueda pensarse, la falta de recursos económicos no es la principal causa de que estos chicos lleguen a nuestro centro. Por otro lado, los perfiles cambian, el porcentaje de inmigrantes antes era mucho mayor, ahora sólo tenemos a un niño inmigrante.


¿Cómo es el día a día en la casa?

En la casa nos organizamos en dos unidades de convivencia: la Casa Infantil acoge a niños y niñas de 8 a 12 años y la Casa Joven acoge a adolescentes y jóvenes de 13 a 18 años. El día a día se vive con la normalidad de un hogar familiar. Los chicos acuden a sus clases en distintos centros, luego participan en actividades extra escolares, dedican parte del tiempo al estudio y salen con sus amigos. Para los más pequeños, cuando es el cumpleaños de uno de ellos, lo celebramos en la casa e invita a sus amigos, tal y como lo haría en su hogar familiar.

Para el responsable del centro... ¿es difícil no llevarse el trabajo a casa?

Se necesita mucho entrenamiento y no siempre se consigue, trabajamos con personas y si encima son niños, es más complicado. En mi opinión, la clave está en entender nuestro trabajo como trabajo en equipo, en el momento en el que te das cuenta que la labor que se lleva a cabo en la residencia no es sólo cuestión del responsable, sino que es un trabajo de continuidad de todo el equipo, es más fácil y llevadero y cuando concluye tu horario, sabes que el resto de educadores continúan la labor.

¿Cuál es el objetivo a corto plazo de la Fundación Juan Soñador?

Ya hemos comenzado un nuevo proyecto: “Don Bosco Emancipa”, se trata de ofrecer alternativas a los chicos que ya han cumplido los 18 años y por tanto, no pueden permanecer en la residencia. Hasta ahora, estamos trabajando con los chicos en la orientación, formación, acompañamiento e inserción sociolaboral. Y una vez que consigamos recursos necesarios, queremos abrir un piso de emancipación donde estos jóvenes puedan continuar su desarrollo personal e integrarse en el mercado laboral.

Natalia Aguado León

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