jueves, 6 de junio de 2013

San Norberto. Fundador de los Premostratenses

Escultura de bulto redondo, siglo XVII, autor anónimo. Colegiata de San Miguel Arcángel (Aguilar de Campoo)
Nació en Xanten y desde joven abrazó la vida religiosa, recibiendo las órdenes menores, incluyendo el subdiaconato. Fue convertido cuando caminando por un sendero un rayo asustó a su caballo e hizo que lo derribara al suelo, dejándolo sin conocimiento. Lo primero que dijo al volver en sí, fueron las palabras de San Pablo: “¿Señor, que quieres que yo haga?” y por respuesta oyó las palabras del salmo 37: “Apártate del mal y haz el bien”. La conversión fue tan repentina y completa como la del apóstol Pablo; se retiró a una casa de oración a meditar y a hacer penitencia y se puso bajo la dirección de un santo director espiritual. Después de hacer los debidos estudios fue ordenado sacerdote en el año 1115.

Uno de sus propósitos fue cumplir y seguir fielmente el Evangelio, y difundirlo por todo el mundo. El Pontífice Gelasio II le concedió licencia para predicar por todos los paises, fundando una comunidad en una zona desértica llamada “Premonstré”. Los monjes, con el santo a la cabeza, se dedicaron a vivir el Evangelio lo mejor posible, y pronto San Norberto tuvo nueve conventos en diversas partes del país. El Papa Honorio II aprobó la nueva comunidad, la cual se extendió por varios países.  Murió a los 54 años en Magdeburgo en el año 1134, y fue canonizado el año 1582.

Se le representa vestido de obispo, pisando al demonio, con báculo en su mano, mitra a los pies, repartiendo limosnas y en la mano izquierda la custodia con el Santísimo, ya que fue un gran defensor de la presencia de Cristo en la Sagrada Hostia, luchando contra las herejías y robos sacrílegos.

Los premostatenses tuvieron los siguientes monasterios en la diócesis: Santa Maria la Real (Aguilar de Campoo), San Pelayo (Cevico Navero), San Pelayo (Arenillas de San Pelayo) y Santa Cruz de la Zarza (Ribas).

Oración
Oh, Dios, que habéis hecho de San Norberto, un confesor insigne de la fe y un excelente predicador de vuestra palabra, y que, por su ministerio habéis dado a la Iglesia una nueva orden religiosa, concédenos por su intercesión la gracia de practicar lo que él enseñó con su palabra y ejemplo.

Texto: José Luis Calvo
Fotografía: Antonio Rubio

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