martes, 21 de mayo de 2013

Cansados de larga duración

Los españolitos de norte a sur, de este a oeste, caminan cansados. O más bien, exhaustos. No, no se ven “brotes verdes”. Sólo, nubarrones. Oigan lo que se dice en la calle. La primavera parece tornarse en borrasca. Y la borrasca, girando sobre sí misma, descarga en un permanente aguacero. No ganamos para paraguas...

Lo peor, aquellos que no tienen trabajo. Hay parados de larga, media y corta duración. Aunque no hay “paro” corto, porque el que no tiene trabajo, como el enfermo, vive sus días en larga duración. La economía no levanta cabeza. Se han hecho reformas, y nos dicen desde Bruselas que hemos de hacer más. ¿Recuerdan aquella parienta (la tan temida “prima de riesgo”) que no sabíamos en dónde ponerla y que a todos nos tenía asustados? Pues menos mal que, según dicen, ha empezado a rebajar humos. Y nos dicen, también, que se han abaratado los intereses de la deuda contraída, pero la deuda sigue siendo enorme, igual que esos furúnculos que los médicos no saben cómo eliminar. Podría haber sido peor -siguen recalcando los del gobierno- ya que no nos han operado (quiero decir, no nos han “intervenido”); pero seguimos viendo cada vez más conciudadanos (lunes, martes... y toda la semana), mirando al sol. De un modo u otro, “intervenidos”, operados, convalecientes, sí que estamos. No hay más que mirar el desfile de Cáritas, que, cada vez, es más largo.


¿Alguien tiene soluciones? Los profanos, los que no entendemos de economías, miramos a unos partidos y otros, y la verdad es que no nos fiamos. Nadie se fía de ellos. No generan confianza. No se dejan querer. Ninguno. Los vemos tan “partidos”, tan divididos, tan a lo suyo (a sus intereses), metidos en tantas disputas (y corrupciones), que no nos entusiasman. Sus palabras cansan. Sus discursos aburren a las ovejas. Todos sus “tics” ya nos los conocemos. Por favor, necesitamos líderes, modelos éticos de referencia, personas a quienes mirar, que digan algo que nos aliente. No algo que nos engañe y embobe.

Mientras tanto, ¿qué hacemos? Unos dicen: “Prescindamos del Senado, que nos resulta carísimo y no sirve para nada”. Otros van más lejos: ¿Qué hacemos con 17 parlamentos autónomos? ¿Sirven para algo? ¿Para algo más que generar gastos? ¿Y tantos políticos con sueldos públicos? ¿A dónde vamos con tantos “cargos de confianza”, tantos “asesores”, tantos “consejeros” inútiles? ¿A dónde, con tanta desmedida burocracia? En todas las casas bien ordenadas y gobernadas, cuando entra la pobreza, se eliminan los gastos inútiles. “Elemental, querido Watson”. No se puede vivir como rico, cuando se es pobre. Es verdad. Se lo hemos oído decir, desde hace mucho, a nuestras entrañables y elementales abuelas...

Pienso que por aquí, por el lado de “apretarse el cinto”, nos duele a todos. Pero tienen razón los que dicen que hay muchas clases de cinturones con infinidad de agujeros. Hay cinturones cómodos, para abdómenes voluminosos, bien torneados y generosamente engrasados. Y los hay pequeñitos con tres agujeros nada más, y sobran todavía dos.

En fin, que si seguimos así, las fábricas de cinturones sólo van a tener que hacer un modelo: el pequeño para la mayoría de ciudadanos. Para los otros, los grandes banqueros y determinados políticos, a quienes no afecta la crisis, no será necesario, porque llevarán todos tirantes, que de suyo siempre son más holgados y cómodos. Pero que quede claro: engañar ya no nos engañan.

En fin, que cansados, un poco cansados, sí que estamos todos (y todas).

Eduardo de la Hera

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