martes, 12 de febrero de 2013

La grandeza y humildad de Benedicto XVI

Pocos minutos más tarde de conocerse el anuncio del Santo Padre Benedicto XVI por el que renunciaba a su Pontificado, los medios de comunicación llamaban a la Oficina de Comunicación para obtener unas declaraciones del Obispo en relación a esta sorprendente noticia.

Debido a este interés por parte de los medios de comunicación, a las 13.30 del 11 de febrero, Mons. Esteban Escudero comparecía ante los medios de comunicación.

El prelado palentino destacó en su intervención su sorpresa ante esta noticia, aunque recordó que ya han renunciado otros Santos Padres... el último de ellos, Gregorio XII en 1415. Expresó que con este anuncio quedan patentes la “grandeza y humildad” del Santo Padre, ya que a pesar de que “aunque Benedicto XVI intelectualmente está muy bien y muy lúcido... siente que le faltan las fuerzas físicas necesarias para cumplir las tareas que el ministerio de su magisterio compete”. Asimismo, D. Esteban valoró este Pontificado como un “papado espléndido” en cuanto a la enseñanza que ha proporcionado. “Sus homilías, escritos, encíclicas y cartas son de una altura teológica muy elevada”, resaltó. “Y al mismo tiempo ha sabido transmitir su mensaje con una gran sencillez y claridad” concluyó. Muestra de ello, es la afluencia de personas que han estado presentes en sus alocuciones y que han leído sus escritos.


Mons. Escudero, en su intervención, recordó que el Código de Derecho Canónico prevé la renuncia de un Papa en el canon 332. En este sentido, Mons. Escudero resaltó que “la renuncia es algo previsto en el Derecho Canónico”, y reconoció que “aunque no es un hecho frecuente, tampoco ha sido el primer caso”.

Refiriéndose al Código de Derecho Canónico, Mons. Escudero, explico que la normativa exige tres condiciones para que esta renuncia se efectiva:

- Ausencia de coacción, es decir que el Papa renuncia libremente, 

- Declaración formal de dicha renuncia, en la que comunica oficialmente a la Iglesia esta decisión

- La renuncia del Papa no puede ser aceptada o rechazada por una instancia superior y no tiene que someterse a la aceptación de otra instancia superior a él, porque el Papa es el Vicario de Cristo y no hay una autoridad superior.

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