viernes, 7 de septiembre de 2012

El lenguaje del demonio

Nadie duda que existe el demonio. En el evangelio de san Mateo leemos: “Jesús dijo a sus discípulos... Id predicando el Evangelio. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos y arrojad a los demonios”. San Lucas (Cap. 22) dice: “¡Simón, Simón! Mira que Satanás ha solicitado el poder cribaros como trigo”. San Marcos (Cap. 1) relata las tentaciones del desierto y dice: “Estuvo en el desierto cuarenta días, siendo tentado por Satanás”.

San Juan de Ávila en su mejor libro: “Audi filia” (escucha hija) nos habla del “lenguaje del demonio”. Acude a San Agustín buscando cómo llamar al demonio y escribe: “De muchos nombres es llamado el demonio, para alcanzar los males que tiene. (...) Dragón, porque secretamente pone asechanzas; león, porque abiertamente se enoja”. Y añade san Juan de Ávila: “La asechanza que tiene para enseñar es aquesta: alzarnos con la vanidad y mentiras, y después derribarnos con verdadera y miserable caída”.

Y hace esta tremenda afirmación: “Debemos nosotros hacernos sordos al demonio, que si el profeta dice que debajo de la lengua de los malos hay ponzoña, ¿cuánto mayor pensamos que la habrá en el lenguaje del mismo demonio, más malo que los malos todos?”

La soberbia y vanidad perjudican al cristiano que trata de vivir en humildad y sencillez: “Si bien conociere la verdad de cómo todo lo bueno nos viene de Dios, verá que el tener dones de Dios no ha de ensalzar vanamente a los que los tienen, mas abajarlos más, como a quien más agradecimiento y servicio debe”. Y añade una interesantísima advertencia: “Si el demonio nos quisiere turbar con gravarnos los pecados que hemos hecho, miremos que ni él es parte ofendida, ni tampoco el juez. Dios es a quien ofendemos cuando pecamos, y él es el que ha de juzgar a hombres y demonios”.

Contra esa inquietud del demonio, acude a la Carta de San Pablo a los Romanos (Cap. 5), que nos habla de los frutos de la justificación: “Nuestro pelear -afirma san Juan de Ávila- no es a solas manos, más bien principalmente con invocar al Señor todopoderoso, el cual por nosotros pelea. Y eso es lo que dice el profeta Isaías: en silencio y esperanza será vuestra fortaleza”.

Germán García Ferreras

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