viernes, 27 de julio de 2012

En Memoria. Beato Inocencio García Díez O.P.

Hace ya unos años cayó en mis manos una estampa-recordatorio con una breve semblanza de este P. Dominico, Fray Inocencio García Diez. En esa estampa se pedían oraciones para su pronta beatificación.

Nacido en la villa de Alar del Rey el 28 de diciembre de 1875. A los dos días recibió el bautismo de manos de D. Antonio Duque Pérez, coadjutor de la parroquia de San Juan Bautista de Nogales de Pisuerga y residente, por explícito mandato del Sr. Obispo de Palencia, en la villa de Alar del Rey, barrio anejo a la citada parroquia, y donde atendía a sus feligreses en la renovada capilla de San Luis Rey de Francia. Su partida se encuentra asentada en el correspondiente libro de bautismo de la parroquia de Nogales.

Su padre, D. Pedro García, natural de Valdestilla (Valladolid) era empleado en el ferrocarril y ocupó un puesto en Marcilla de Campos. Casado con Dña. Petra Diez (natural de Marcilla) pasó a Alar del Rey donde nació su hijo Inocencio. De las actas de Beatificación de los Siervos de Dios de la O.P. se ofrecen datos para esta breve semblanza... que nos proporcionan detalles de nuestro paisano y testimonios de su fe y entrega al servicio de Dios.

Una infancia sencilla y normal, alternando la escuela, la iglesia y los juegos infantiles. Vida familiar y trato con los amigos. Según declaración de sus padres destaca en estas tres virtudes: obediencia a los mayores, laboriosidad y religiosidad. “Jamás - dicen sus padres- nos ha dado motivo de disgusto y jamás hemos recibido de él un gesto displicente y una mala contestación”.

Sus padres, conocedores de estos sentimientos y cualidades, advirtieron que el Señor les marcaba un camino. Pensaron ingresarle en el seminario diocesano. Inocencio tenía un compañero de estudios, que un día le dijo: “Amigo me voy a los Dominicos”. Esto le animó para un día, en intimidad, dijera a sus padres el deseo de ser religioso dominico. ¡Con qué ilusión inició este camino! Estando de vacaciones, dicen sus padres, “jugaba a misionero”. Convocaba a sus hermanas y amigos, improvisaba un púlpito... ¡y a predicar! Jugar a misionero... más de una vez sus padres, tras las cortinas, emocionados, escuchaban las cosas tan bonitas y tan buenas que decía Inocencio. A los 15 años tomó el hábito de Santo Domingo. Cumplido el noviciado hizo profesión simple en el Colegio de Sto. Domingo el 5 de enero de 1892.

La profesión solemne la hizo el 9 de enero de 1895 en el convento de Sto. Tomás de Ávila. Terminados los estudios filosóficos y teológicos a mediados de 1899, siendo diácono partió para Hong Kong. Fue destinado a las misiones del Vicariato de Tum Kin. Muy pronto fue ordenado sacerdote. Enfermó y sus superiores le enviaron a Manila en marzo de 1901. En Santo Domingo ejerció su apostolado como predicador y educador de futuros sacerdotes.

En 1910 regresó a España para ejercer la enseñanza en el Colegio de Sta. María de Nieva, del que fue Rector. La brevedad de este trabajo me obliga a pasar al dato testimonial del P. Inocencio.

Año 1935. La Residencia del Rosario fue constituida Convento formal y el P. Inocencio erigido primer Rector. El horizonte nacional venía cubriéndose de densos y tumultuosos nubarrones. 19 de julio de 1936. Al tocar la campaña para la misa mayor, una banda de soldados del ejército republicano se presentó en la iglesia impidiendo la celebración. Ante el cariz que iban tomando las cosas, los Padres optaron por consumir las sagradas Especies y abandonaron la comunidad. Algunos religiosos fueron hechos prisioneros y otros heridos. El convento fue saqueado. El P. Inocencio como superior de la Casa, creyó como un deber y desafiando el peligro, fue a visitar al P. José, recluido en una casa de socorro. Con la ayuda de un amigo fue llevado al Sanitario del Rosario. El P. Inocencio estuvo allí unos días hasta que fue a refugiarse a casa de su hermana. El 13 de agosto fue rodeada la casa por un piquete de soldados. Algunos de ellos se presentó en el piso ya la pregunta de que si era religioso, respondió con firmeza: “Sí, soy Padre Dominico”. Apresado fue llevado a la checa del Círculo de Bellas Artes. Fue asesinado en la noche del 13 al 14 de agosto.

Lo que escribí antaño en el nº 8 de Apuntes Históricos de la Villa de Alar del Rey: “Dios quiera llevar pronto a cabo la pronta beatificación solicitada por los PP. Dominicos” hoy es una gozosa alegría... pues entre muchos mártires de fe, fue beatificado el 1 de octubre de 1989 por el hoy también beato Juan Pablo II. 

Miguel Ángel Ortiz

No hay comentarios:

Publicar un comentario