sábado, 2 de junio de 2012

“Busquemos el bien de todos” Día de la Caridad 2012

El próximo 10 de junio celebramos la Solemnidad del Corpus Christi y, en ella, el Día de la Caridad ya que el Cuerpo entregado y la Sangre derramada del Señor constituyen para nosotros a través de la historia, el mismo y único sacrificio redentor de Jesucristo, que es la manifestación mayor de su amor a los hombres.

En la Eucaristía «la unión con el Señor nos lleva al mismo tiempo a la unión con los demás a los que él se entrega» y «nos hace testigos de la compasión de Dios» por cada hermano y hermana que sufre. De una forma u otra todos tenemos presente el drama de la pobreza, el hambre y la exclusión social, que genera la crisis que estamos sufriendo.

Los efectos de la crisis están afectando de manera dramática a un número creciente de personas. La tasa de desempleo en nuestro país alcanza niveles insostenibles, y deja a muchos los jóvenes sin acceso al trabajo. Uno de cada cuatro españoles está en situación de riesgo de pobreza y exclusión social, consecuencia, en muchos casos, de la pérdida de la vivienda y del trabajo. El número de hogares con todos sus componentes activos en paro alcanza la cifra dramáticas, y muchos de ellos tampoco reciben ingresos de prestaciones sociales.

La pobreza en sus distintas formas se ha hecho más extensa, más intensa y más crónica. Estamos dando paso a una sociedad injusta en la que la brecha entre ricos y pobres se hace cada vez más profunda...

La Eucaristía nos hace serpan partido y repartido

Muchos cristianos, y hombres y mujeres de buena voluntad, se preguntan angustiados qué podemos hacer... y nuestra mirada debe dirigirse a Jesucristo presente en la Eucaristía. En este sacramento se manifiesta especialmente el amor de Dios que estimula en nosotros el ejercicio de la caridad en la forma y grado que a cada uno corresponde.

Ante las necesidades ajenas, Jesucristo se conmueve y muestra su rostro compasivo. Nos enseña que la verdadera compasión comienza por estar solícitamente atentos a las necesidades de los otros y hacer todo lo posible por remediarlas. Y, queriendo contar con los suyos, dirá a sus discípulos «dadles vosotros de comer»; aunque sabe que aquello con lo que cuentan resulta insuficiente para la gran masa hambrienta y necesitada. Nos muestra que la primera obra de caridad es manifestar a las gentes la verdad de Dios, el rostro de Jesucristo. De modo inseparable nos enseña a salir al paso de las necesidades materiales del prójimo. Pero, sobre todo, nos da a entender que “el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo...” (Jn 6, 33). Y cuando le pidieron de ese pan, Jesucristo contestó: “Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed jamás” (Jn 6, 35).

En la multiplicación de los panes y los peces quedan establecidas las condiciones o intenciones fundamentales de la Caridad cristiana. La verdadera caridad mira también el alma; y, en la forma oportuna, incluye, por ello, también la intención evangelizadora. El testimonio de la entrega de sí mismo que hace Jesucristo abre el corazón a la esperanza en la vida eterna. Por eso puede decirnos: “el pan que yo os daré es mi carne para la vida del mundo”. “El testimonio de la caridad de Cristo mediante obras de caridad, justicia, paz y desarrollo, forma parte de la evangelización, porque a Jesucristo que nos ama, le interesa todo el hombre”.



No busquemos nuestro propio interés, sino el bien de todos

En momentos difíciles tenemos la tentación de refugiarnos cada uno en nuestra seguridad y ceder al “sálvese quien pueda”, o caer en actitudes fatalistas. No podemos quedarnos de brazos cruzados ante la situación de extrema necesidad que viven muchos hermanos nuestros, pensando que no podemos hacer nada con nuestras limitadas fuerzas.

Es tiempo de convertirnos y pasar de la compasión a la acción, asumiendo un claro compromiso en favor de los más necesitados. Sin olvidar, que cada uno debemos asumir sinceramente nuestra responsabilidad. El Señor nos enseña y nos invita a hacernos cargo del otro. Hoy sigue Dios pidiéndonos que seamos responsables de nuestros hermanos. Todos estamos llamados a compartir haciendo verdad en nuestra vida el lema de CÁRITAS en este año para el Día de la Caridad: «Vive sencillamente para que otros, sencillamente, puedan vivir».

Debemos dar cabida a la gratuidad aportando grandes dosis de generosidad. Trabajemos por la justicia para que todos vean respetados sus derechos. Si de verdad queremos y buscamos el bien de todos, especialmente de los más pobres, habrá que sobrepasar, muchas veces, la justicia legal con la gratuidad propia de la caridad cristiana. La debilidad de unos, la torpeza de otros y las limitaciones de todos, pronostican la presencia de los pobres a través de los tiempos haciendo necesario el ejercicio de la caridad en aras de la justicia social y del bien común.

No hay comentarios:

Publicar un comentario