domingo, 8 de enero de 2012

Tú eres mi Hijo amado, el predilecto

8 de enero 2012 - El Bautismo del Señor

- Is 42, 1-4. 6-7. Mirad a mi siervo, a quien prefiero.
- Sal 28. El Señor bendice a su pueblo con la paz.
- Hch 10, 34-38. Ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo.
- Mc 1, 7-11. Tú eres mi Hijo amado, el predilecto.

La fiesta del Bautismo de Jesús cierra el ciclo de Navidad e inaugura la primera semana del tiempo ordinario. Culmina la manifestación de Jesús como Hijo de Dios, pero a la vez se nos presenta a Jesús ya adulto, dispuesto a iniciar su ministerio. Marcos en el evangelio de hoy pasa de las palabras del Bautista: “vine detrás de mí el que es más fuerte que yo”, a indicar la persona concreta: “Por aquellos días llegó Jesús desde Nazaret de Galilea y fue bautizado por Juan en el Jordán”.

“En cuanto salió del agua”, los acontecimientos que viene a continuación son percibidos sólo por Jesús, “vio rasgarse los cielos”, la imagen está tomada de Isaías 624, 19: “Ah si rasgases los cielos y descendieses”. Pero la novedad de Marcos es clara: lo que en Isaías es exclamación y deseo, en Jesús es afirmación y cumplimiento, derribado el muro de separación entre Dios y el hombre pecador, el Espíritu desciende sobre él, para robustecer su voluntad y conferirle autoridad para la misión encomendada. Pero hay más, rompiéndose el muro de la enemistad se rompe a la vez el silencio entre Dios y el hombre. Dios toma la palabra y hace resonar su voz para revelar la identidad de Jesús como “Hijo amado”, el Mesías esperado es también Hijo de Dios.

El hecho de que esta manifestación tenga lugar en el momento del bautismo, es decir cuando Jesús se hace solidario de la humanidad -Jesús es Hijo, pero también “Siervo, el cordero de Dios que quita el pecado del mundo”- significa que los hombres contamos desde entonces, a través del Hijo, con la presencia salvadora de Dios. Y que a lo largo del año litúrgico iremos descubriendo nuestra vocación y misión, que no es otra que la de Jesús; no olvidemos que la vida cristiana consiste en desarrollar el bautismo, siguiendo las pautas de Jesús y viviendo entonces ante la sociedad como hijos-siervos del Padre en el nombre del Hijo y con la fuerza del Espíritu. 

“Dios hace resonar su voz para revelar la identidad de Jesús: el Mesías esperado es también el Hijo de Dios” ¿Estoy dispuesto a madurar desarrollar, a lo largo del año, la vocación y misión, que recibí en el bautismo?

José González Rabanal

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