domingo, 27 de noviembre de 2011

Velad, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa

27 de noviembre 2011 - I Domingo de Adviento

- Is 63, 16b-17. 19b; 64, 2b-7. ¡Ojalá rasgases el cielo y bajases!
- Sal 79. Oh Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve.
- 1Co 1, 3-9. Aguardamos la manifestación de nuestro Señor Jesucristo.
- Mc 13, 33-37. Velad, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa.

Ya sabemos que el año civil y el año litúrgico no coinciden. El civil empieza el día 1 de Enero y el año litúrgico comienza hoy primer domingo de Adviento (ciclo B). Un tiempo que se caracteriza por el ambiente de expectativa ante la próxima venida de Jesús y que nos invita a prepararnos para este encuentro. Cuando leamos este cometario estaremos llenos de anuncios que nos recordarán que llega la navidad. Pero puede que perdamos la capacidad de sorpresa ante el acontecimiento que divide en dos la historia de la humanidad, antes y después de Cristo. La Navidad es un acontecimiento-misterio en el que Dios mismo asumió la condición humana y con ello cambió el sentido de la existencia y de la historia.

El evangelio de Marcos -que leeremos en este ciclo B- nos presenta una pequeña parte del capítulo 13 que habla de la venida de Jesús, y lo hace con una breve parábola: “es igual que un hombre que se fue de viaje y encomendó  a cada uno de sus siervos su tarea y encargó a su portero que velase”. Jesús ha venido y ha ascendió al cielo, pero volverá. El adviento es una letanía de tiempos, dice San Bernardo: “sabemos de una triple venida del Señor: Además de la primera y de la última, hay una intermedia”, ha venido, va a venir y viene.

“Pero no sabemos el día ni la hora”, continúa el evangelio y nos marca lo que hay que hacer en la espera con tres verbos: “mirad”, “vigilad”, “velad”.

Mirad: a veces vemos, pero no miramos. No vemos con detenimiento y profundidad. Miremos de verdad a las personas, a nosotros mismos, las cosas, los acontecimientos. Si “miramos”, pronto veremos las huellas del Señor.

Vigilad: estamos tan distraídos, tan despreocupados, que nos resbala la vida; hay algo más que lo que vemos a simple vista, es la presencia divina que nos envuelve y acompaña.

Velad: prolongad vuestra tarea más allá de la jornada del día.

“Si miramos de verdad, en profundidad, veremos las huellas de Señor”. Ante el Señor que viene, ¿Cómo quiero preparar el encuentro en este adviento 2011?

José González Rabanal

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