miércoles, 2 de noviembre de 2011

Día de la Iglesia Diocesana 2011

El sentido de pertenencia a la Iglesia debe llevarnos a todos a implicarnos más en las tareas pastorales, pero, la Iglesia necesita, también, de nuestra colaboración económica. Las aportaciones voluntarias de los católicos es la parte más importante del sostenimiento económico de la Iglesia. La mejor forma de colaborar es con una aportación periódica personal o familiar, abonada por domiciliación bancaria. La cuantía dependerá de la situación económica familiar y de la generosidad de sus miembros. Os bendice afectuosamente.
+ Mons. Escudero. Obispo de Palencia

El 13 de noviembre la Iglesia española celebra el  Día de la Iglesia Diocesana. Y es este un buen momento para recordar lo que nos enseña el Concilio Vaticano II: “La diócesis es una parte del Pueblo de Dios que se confía a un obispo para que la apaciente con la colaboración de su presbiterio. Así, unida a su pastor, que la reúne en el Espíritu Santo por medio del Evangelio y la Eucaristía, constituye una Iglesia particular. En ella está verdaderamente presente y actúa la Iglesia de Cristo una, santa, católica y apostólica”.

Celebramos el día de nuestra diócesis de Palencia. Un día para reflexionar, para rezar, para dar gracias a Dios por todas las personas que dejan su tiempo en las tareas que la Diócesis lleva a cabo. Y también un día... para ayudar económicamente a las muchas necesidades de las comunidades cristianas de nuestra querida diócesis.

Démonos cuenta de que, más allá de mi comunidad parroquial, de mi unidad pastoral, de mi movimiento apostólico o de mi convento o monasterio... todos juntos formamos una misma Iglesia particular. Sintámonos unidos en comunión de amor con Dios Padre por Cristo en el Espíritu Santo... y sintámonos unidos entre nosotros por los lazos de la comunión eclesial.

Nuestra Iglesia de Palencia es ante todo una comunidad de creyentes que se pone al servicio del mundo desde la Esperanza, la Fe y la Caridad.

Una Esperanza que hemos recibido, sostenida de manos de Nuestro Señor Jesucristo, Dios y Hombre verdadero que nos ha revelado, demostrado, en su propia existencia que es posible lo que esperamos.
Tratamos de vivir con esa Esperanza, con el anhelo de poner nuestro grano de arena para la construcción de un mundo nuevo habitado por hombres nuevos. Casa de todos, donde podamos vivir como una familia que se quiere de verdad.

Una Fe que nos proyecta a ser testigos activos para que lo que creemos no se quede en palabras vacías... y convertirnos en comunidad de Amor y Caridad.

Sabemos, y vamos experimentando, que por Amor al hombre, Dios envió a su Hijo al mundo. Que por Amor al hombre y al mundo el Hijo gastó su vida hasta la muerte para romper las cadenas que nos tienen atrapados. Que por Amor resucitó de entre los muertos para que la Esperanza se convierta en realidad cierta, en primicia de lo que esperamos y El Espíritu Santo la alienta y acompaña hasta el final.

Una fe que nos anima a “anunciar la Buena Noticia”. Una fe que es capaz de alentar a misioneros, sacerdotes, padres, catequistas, maestros, jóvenes, adultos y mayores, religiosos y religiosas... entreguen su tiempo -y a veces su vida- a los demás para que otros conozcan a Jesús y encuentren lo que da un sentido pleno a nuestra exitencia.

Una fe que nos empuja a la Caridad. Caridad cristiana que se manifiesta por la comunión entre nosotros, como hijos de Dios y hermanos y amigos de Cristo que somos, donde no caben enemistades ni partidismos.

Y caridad para con los más necesitados, a través de las muchas instituciones benéficas que la diócesis mantiene, con la ayuda económica de los fieles, en el campo de la sanidad, de la pobreza, de la marginación y de la exclusión social. Sin olvidar la ingente obra misionera de tantos sacerdotes, fieles laicos, religiosos y religiosas palentinos.

Muchas veces olvidamos que junto a cada templo hay un sacerdote y un grupo de personas que se preocupan de que todo esté a punto... que gastan horas para que todo esté en su sitio y a punto.
Cientos de personas anónimaa... colaborando en las múltiples tareas necesarias para que todo esté en orden. Para que todo esté limpio. Para que todo sea lo más auténtico y digno a la hora de celebrar la fe, a la hora de transmitirla a grandes y pequeños, a la hora de acompañar al que sufre. A la hora de mostrar nuestro arte... Que Dios se lo Pague.

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